CAPÍTULO 1
MONTAÑAS DEL CÁUCASO, CERCA DE SOCHI,
RUSÍA.
1990.
Mi amigo y colega Orlando Sarovich y yo llegamos a la puerta
de una cabaña, ambos cargábamos todas nuestras cosas en dos
mochilas cada uno. Luego de llegar, ambos dejamos caer nuestras
mochilas en el suelo nevado. Ambos nos miramos bastante
preocupados para después yo tomar la palabra.
—¿Seguro que estamos en el lugar correcto?
—Sí. Supongo—Fue la tartamudeante respuesta de
Orlando—¿Podemos llamar a la puerta? Me estoy congelando.
—Sí. Veamos si el Dr. Pekovic es lo que la gente dice acerca de
él.
Caminamos hacia la puerta, Orlando golpeó con el puño tres
veces, poco después, la puerta se abrió y Orlando y yo miramos al
Dr. Ernst Pekovic, quien se emocionó al vernos.
—¿Y ustedes son...?
—Ivan Strambotik. Maestro en Física y Matemáticas, además
de dar clases en la Universidad, Señor.
—¿Los dos son Maestros en Física y Matemáticas?
—No, señor. Iván es Maestro en esas dos áreas. Yo soy
Orlando Sarovich. Maestro en Química y Biología Molecular y
también doy clases en la Universidad. Pero... ¿Podríamos entrar
ya? Hace demasiado frío aquí fuera—La petición de Orlando
provocó que Pekovic observara hacia todos lados esperando no
ver a nadie más y luego nos juzgó fuertemente con su mirada.
—Muy bien. Entren y descansen—Pekovic no tuvo que decirlo
una segunda vez, tomamos nuestras mochilas inmediatamente y
entramos a la cabaña.
Al entrar dejamos las mochilas en los pequeños sillones que
estaban frente a un pizarrón fijado en la pared. Orlando y yo
observamos que el pizarrón tenía varias ecuaciones matemáticas
desarrolladas en varias gráficas. El Dr. Pekovic llegó y nos dio una
taza de café calientea cada uno.
—Gracias, señor. Necesitaba uno de estos—fue la respuesta
de agradecimiento de Orlando y mientras él y yo bebíamos café, el
Dr. Pekovic nos habló de la situación laboral que tendríamos con
él durante los próximos tres meses.
—Según la Universidad, Ustedes dos y yo estaremos
trabajando en un nuevo proyecto en conjunto durante los
próximos tres meses.
—Sí. Queremos conseguir un Doctorado siendo instruidos
por usted, Dr. Pekovic. Todos en la Universidad de Moscú dicen
que es el mejor Profesor de Matemáticas Puras en el mundo—
Orlando no dejaba de halagar a Pekovic.
—Sí. Mucha gente dice eso. Pero ahora, es tiempo de que las
matemáticas sirvan para ayudar a la raza humana. Incluso que
ayuden a salvar muchas vidas.
—Dr. Pekovic, ¿Qué tipo de Ecuaciones son las que están
desarrolladas en el pizarrón?—Pregunté luego de mirar el pizarrón
mientras bebía mi café—¿Son lineales? ¿Diferenciales?—Pekovic
miró el pizarrón y sonrió, luego nos miró a ambos y explicó:
—Son eltrabajo más grande de toda mi vida, Ivan. Y estoy tan
contento de que estén aquí conmigo. Y... si no tienen ningún
problema, quiero empezar a explicarles en este momentocuál será
su trabajo de investigación.
—No tenemos ningún problema, Señor—Otra vez Orlando
y su bocota—Estamos listos para empezar a trabajar en este
momento.
—Muy bien dicho. Me gustan estas palabras. Vamos a trabajar.
El Dr. Pekovic nos explicó las ecuaciones en las gráficas
apoyándose de tiza para hacer más clara aún la explicación.
—Debemos comenzar en este punto presente para cruzar a
este punto pasado y así para romper la barrera espacio—tiempo.
Sólo así vamos a abrir una cosa conocida como ventana espacio temporal... y lograremos cruzar de nuestra época a otra totalmente
diferente.
—¿Quiere decir que vamos a viajar en el tiempo?
—Así es, Ivan. Sin embargo, según las ecuaciones sólo seremos
capaces de viajar al pasado, a corregir los errores de la humanidad.
—Necesitaremos un recipiente para la salida y llegada del
viajero, además de que ese recipiente contendrá la energía química
y eléctrica que liberemos con la ventana espacio—temporal.
—Eso es correcto, Orlando. Es por esto que vamos a tener
que construir una base rectangular con los materiales
disponibles—Mi amigo y yo observamos los materiales que
estaban a nuestro alrededor viendo que casi todos estaban hechos
de metal. Orlando miró intrigado a Pekovic y habló:
—¿Cuándo vamos a empezar?
—Pensé que ya habíamos comenzado.
La respuesta de Pekovic activó nuestro motor interno, pues
iniciamos la construcción de nuestro recipiente ese mismo
instante. Cada uno construyó lo que pertenecía a su área de
estudio y en la que más destacaba. Orlando fabricó el
condensador de flujos y el cursor, el Dr. Pekovic trabajó en las
sustancias que permitirían hacer reacción cuando el condensador
trabajara y nos enviara al pasado y yo diseñé la estructura de la
máquina para protegernos a todos. Desgraciadamente, sólo había
metal.
Logramos ensamblar la máquina y luego comenzamos a
probarla. Nos dimos cuenta que necesitábamos protección para
nosotros, así que diseñamos un traje con la tela más resistente que
encontramos para que el cuerpo soportara el viaje. Todo parecía
perfecto, pero olvidamos algo fundamental. ¿Cómo sabríamos si
en realidad estábamos en el pasado o no? Aunque, eso no nos
importó por el momento
—Todos los detalles fueron corregidos. Debemos probarla—
fue la propuesta de Pekovic.
—¿Con nosotros?
—¿Qué sugieres, Orlando? ¿Quieres enviar un perro?
—No, pero... parece peligroso.
—Creo que hay un detalle que...—Traté de intervenir pero
Pekovic me interrumpió.
—Descuiden. Yo lo haré—Caminó y tomó uno de los trajes
para viajar por el tiempo.
—Dr. Pekovic ¿Está seguro que...?
—Completamente, Iván. Ustedes sólo vigilarán que todo salga
bien—Comenzó a ponerse el traje mientras hablaba con
nosotros.
—No quiero ser pesimista, pero ¿Si algo falla?
—Si no vuelven a saber de mí, tomarán la bitácora verde—
Orlando tomó la bitácora verde observando documentos
firmados en su interior mientras Pekovic terminaba su
explicación—Ahí están sus doctorados firmados y dos boletos de
avión. Su destino será...
—¿Quiere que lo dejemos morir?
—El único riesgo que corro, Orlando, es que me pierda en el
tiempo.
—¿Le parece poco?
—Sería el peor de los males. Pero si eso pasa, Ustedes deben
tomar esos boletos de avión e ir al Estado X. El empresario Cilian
Mattews (se pronuncia Mátius) les patrocinará las investigaciones
que sean necesarias para buscarme y traernos de vuelta—Por fin
terminó de ponerse el traje.
—¿Dijo traernos?
—Perdón, Iván,quiero decir, traerme. Bien muchachos, fue un
placer conocerlos y trabajar con Ustedes. Si todo sale bien, los veré
en unas horas y si no, los veré en... alguna parte del tiempo—
Pekovic se despidió de mano y abrazo de mí y luego de
Orlando—Creo que llegó la hora.
Orlando oprimió los botones de los controles, las puertas de la
máquina se abrieron y el Dr. Pekovic entró, Orlando tecleó de
nuevo en los controles, las puertas de la máquina se cerraron
mientras dentro de ella el Dr. Pekovic nos ordenaba sonriente.
—¡Actívenla muchachos!
Tecleé en el cursor las coordenadas que el Doctor ya tenía
anotadas en un papel.
Orlando se puso los lentes especiales y me
paso otros que me puse inmediatamente mientras Orlando
respiraba ansioso y preocupado.
— ¿Listo?—Asentí y activé la máquina, la cual inició su
mecanismo ocupando mucha energía de la cabaña. El consumo
de energía fue tal que hubo reportes en la Ciudad de Sochi
respecto a muchos desniveles en la energía eléctrica.
Pero dentro de la máquina, Pekovic trató de mantenerse en
pie, pues la energía interna lo golpeó tan fuerte que lo derribó en
más de una ocasión, la máquina comenzó a sacudirse, luego, en el
interior se levantó una nube de gas que cubrió a Pekovic.
La cabaña comenzó a sacudirse también, observé cómo las
cosas que estaban en los estantes y libreros comenzaron a caerse.
—¡Debemos detenerla!—Quise apagarla máquina y detener
todo pero Orlando sujetó fuertemente mi mano.
— ¡No! ¡Se va a estabilizar!—La cabaña comenzó a sacudirse
con mayor intensidad.
—¡Orlando,debemos detenerla!
—¡Te digo que va estabilizarse!
Dentro de la máquina, el Dr. Pekovic desapareció, la nube de
gas se desintegró junto con él y la máquina detuvo su mecanismo.
STALINGRADO, RUSIA. 1941
En las afueras de la nevada Cuidad, una burbuja gigante de
electricidad se formó para luego desaparecer dejando un agujero
en el suelo.
El Dr. Pekovic salió casi desnudo del agujero
observando que tanques de guerra alemanes se dirigían hacia
Stalingrado.
—Aún puedo salvarlos—Corrió a toda velocidad hacia uno de
los edificios mientras los tanques de guerra continuaban su
camino.
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