sábado, 4 de abril de 2015

DATO CURIOSO DE LA MUERTE POR CRUCIFIXIÓN:

La crucifixión, que posiblemente comenzara con los Persas y que los Romanos adoptaron muy bien de los Cartagineses, era la muerte más dolorosa que el hombre podría sufrir, pues el crucificado tenía que apoyarse en sí mismo para respirar (imagen 1)
El dolor espantoso que le causaban los clavos que tocaban el nervio central de las muñecas le recorría los brazos, llebaga al cerebro y bajaba a la columna vertebral (imagen 2)
Los clavos que se hacían sentir a través de los nervios entre los huesos del metatarso de sus pies lo obligaban a erguirse, pero luego los músculos de las piernas entraban en convulsión y empujaban el cuerpo hacia abajo, o sea, contra la cruz (imagen 3)
El crucificado aspira aire, pero no puede exhalarlo hasta que la acumulación de dióxido de carbono en los pulmones y en el torrente sanguíneo estimula la respiración para aliviar los dolores.
El cansancio, el shock, la deshidratación y la parálisis destruyen a la víctima.
El corazón apenas puede bombear la densa sangre a medida que cada una de sus billones de células va muriendo una a una.
Finalmente, al morir, la sangre se coagula y el suero se separa de las células sanguíneas.
En el caso de JESUCRISTO, la evidencia post mortem (que fue la lanza que atravesó su costado: Imagen 4) nos dice que JESÚS murió no por sofocación sino por un ataque cardiaco producido por el shock y la presión que hacía contra su corazón todo aquel líquido que allí se había ido acumulando. Algo que en medicina se conoce como hipovolemia, por eso de su costado salió sangre y agua cuando fue traspasado por la lanza.







KENDON: VOLUMEN UNO-CAPÍTULO 1

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