jueves, 20 de agosto de 2020

CONOCE EL ORIGEN DEL VIAJERO DEL TIEMPO

 


CAPÍTULO 1 
 MONTAÑAS DEL CÁUCASO, CERCA DE SOCHI, RUSÍA. 
1990. 

Mi amigo y colega Orlando Sarovich y yo llegamos a la puerta de una cabaña, ambos cargábamos todas nuestras cosas en dos mochilas cada uno. Luego de llegar, ambos dejamos caer nuestras mochilas en el suelo nevado. Ambos nos miramos bastante preocupados para después yo tomar la palabra. 
 —¿Seguro que estamos en el lugar correcto? 
—Sí. Supongo—Fue la tartamudeante respuesta de Orlando—¿Podemos llamar a la puerta? Me estoy congelando. 
 —Sí. Veamos si el Dr. Pekovic es lo que la gente dice acerca de él. 
Caminamos hacia la puerta, Orlando golpeó con el puño tres veces, poco después, la puerta se abrió y Orlando y yo miramos al Dr. Ernst Pekovic, quien se emocionó al vernos. 
 —¿Y ustedes son...? 
 —Ivan Strambotik. Maestro en Física y Matemáticas, además de dar clases en la Universidad, Señor. 
—¿Los dos son Maestros en Física y Matemáticas? 
 —No, señor. Iván es Maestro en esas dos áreas. Yo soy Orlando Sarovich. Maestro en Química y Biología Molecular y también doy clases en la Universidad. Pero... ¿Podríamos entrar ya? Hace demasiado frío aquí fuera—La petición de Orlando provocó que Pekovic observara hacia todos lados esperando no ver a nadie más y luego nos juzgó fuertemente con su mirada. 
 —Muy bien. Entren y descansen—Pekovic no tuvo que decirlo una segunda vez, tomamos nuestras mochilas inmediatamente y entramos a la cabaña. 

Al entrar dejamos las mochilas en los pequeños sillones que estaban frente a un pizarrón fijado en la pared. Orlando y yo observamos que el pizarrón tenía varias ecuaciones matemáticas desarrolladas en varias gráficas. El Dr. Pekovic llegó y nos dio una taza de café calientea cada uno. 
—Gracias, señor. Necesitaba uno de estos—fue la respuesta de agradecimiento de Orlando y mientras él y yo bebíamos café, el Dr. Pekovic nos habló de la situación laboral que tendríamos con él durante los próximos tres meses. 
 —Según la Universidad, Ustedes dos y yo estaremos trabajando en un nuevo proyecto en conjunto durante los próximos tres meses. 
 —Sí. Queremos conseguir un Doctorado siendo instruidos por usted, Dr. Pekovic. Todos en la Universidad de Moscú dicen que es el mejor Profesor de Matemáticas Puras en el mundo— Orlando no dejaba de halagar a Pekovic. 
 —Sí. Mucha gente dice eso. Pero ahora, es tiempo de que las matemáticas sirvan para ayudar a la raza humana. Incluso que ayuden a salvar muchas vidas. 
 —Dr. Pekovic, ¿Qué tipo de Ecuaciones son las que están desarrolladas en el pizarrón?—Pregunté luego de mirar el pizarrón mientras bebía mi café—¿Son lineales? ¿Diferenciales?—Pekovic miró el pizarrón y sonrió, luego nos miró a ambos y explicó: 
 —Son eltrabajo más grande de toda mi vida, Ivan. Y estoy tan contento de que estén aquí conmigo. Y... si no tienen ningún problema, quiero empezar a explicarles en este momentocuál será su trabajo de investigación. 
—No tenemos ningún problema, Señor—Otra vez Orlando y su bocota—Estamos listos para empezar a trabajar en este momento. 
 —Muy bien dicho. Me gustan estas palabras. Vamos a trabajar. 
El Dr. Pekovic nos explicó las ecuaciones en las gráficas apoyándose de tiza para hacer más clara aún la explicación. 
 —Debemos comenzar en este punto presente para cruzar a este punto pasado y así para romper la barrera espacio—tiempo. Sólo así vamos a abrir una cosa conocida como ventana espacio temporal... y lograremos cruzar de nuestra época a otra totalmente diferente. 
 —¿Quiere decir que vamos a viajar en el tiempo? 
 —Así es, Ivan. Sin embargo, según las ecuaciones sólo seremos capaces de viajar al pasado, a corregir los errores de la humanidad. 
 —Necesitaremos un recipiente para la salida y llegada del viajero, además de que ese recipiente contendrá la energía química y eléctrica que liberemos con la ventana espacio—temporal. 
 —Eso es correcto, Orlando. Es por esto que vamos a tener que construir una base rectangular con los materiales disponibles—Mi amigo y yo observamos los materiales que estaban a nuestro alrededor viendo que casi todos estaban hechos de metal. Orlando miró intrigado a Pekovic y habló: 
—¿Cuándo vamos a empezar? 
 —Pensé que ya habíamos comenzado. 
La respuesta de Pekovic activó nuestro motor interno, pues iniciamos la construcción de nuestro recipiente ese mismo instante. Cada uno construyó lo que pertenecía a su área de estudio y en la que más destacaba. Orlando fabricó el condensador de flujos y el cursor, el Dr. Pekovic trabajó en las sustancias que permitirían hacer reacción cuando el condensador trabajara y nos enviara al pasado y yo diseñé la estructura de la máquina para protegernos a todos. Desgraciadamente, sólo había metal. 
Logramos ensamblar la máquina y luego comenzamos a probarla. Nos dimos cuenta que necesitábamos protección para nosotros, así que diseñamos un traje con la tela más resistente que encontramos para que el cuerpo soportara el viaje. Todo parecía perfecto, pero olvidamos algo fundamental. ¿Cómo sabríamos si en realidad estábamos en el pasado o no? Aunque, eso no nos importó por el momento 
 —Todos los detalles fueron corregidos. Debemos probarla— fue la propuesta de Pekovic. 
 —¿Con nosotros? 
 —¿Qué sugieres, Orlando? ¿Quieres enviar un perro? 
 —No, pero... parece peligroso. 
 —Creo que hay un detalle que...—Traté de intervenir pero Pekovic me interrumpió. 
—Descuiden. Yo lo haré—Caminó y tomó uno de los trajes para viajar por el tiempo. 
 —Dr. Pekovic ¿Está seguro que...? 
—Completamente, Iván. Ustedes sólo vigilarán que todo salga bien—Comenzó a ponerse el traje mientras hablaba con nosotros. 
 —No quiero ser pesimista, pero ¿Si algo falla? 
 —Si no vuelven a saber de mí, tomarán la bitácora verde— Orlando tomó la bitácora verde observando documentos firmados en su interior mientras Pekovic terminaba su explicación—Ahí están sus doctorados firmados y dos boletos de avión. Su destino será... 
 —¿Quiere que lo dejemos morir? 
 —El único riesgo que corro, Orlando, es que me pierda en el tiempo. 
 —¿Le parece poco? 
 —Sería el peor de los males. Pero si eso pasa, Ustedes deben tomar esos boletos de avión e ir al Estado X. El empresario Cilian Mattews (se pronuncia Mátius) les patrocinará las investigaciones que sean necesarias para buscarme y traernos de vuelta—Por fin terminó de ponerse el traje. 
 —¿Dijo traernos? 
 —Perdón, Iván,quiero decir, traerme. Bien muchachos, fue un placer conocerlos y trabajar con Ustedes. Si todo sale bien, los veré en unas horas y si no, los veré en... alguna parte del tiempo— Pekovic se despidió de mano y abrazo de mí y luego de Orlando—Creo que llegó la hora. 
Orlando oprimió los botones de los controles, las puertas de la máquina se abrieron y el Dr. Pekovic entró, Orlando tecleó de nuevo en los controles, las puertas de la máquina se cerraron mientras dentro de ella el Dr. Pekovic nos ordenaba sonriente. 
 —¡Actívenla muchachos! 
Tecleé en el cursor las coordenadas que el Doctor ya tenía anotadas en un papel. 
Orlando se puso los lentes especiales y me paso otros que me puse inmediatamente mientras Orlando respiraba ansioso y preocupado. 
 — ¿Listo?—Asentí y activé la máquina, la cual inició su mecanismo ocupando mucha energía de la cabaña. El consumo de energía fue tal que hubo reportes en la Ciudad de Sochi respecto a muchos desniveles en la energía eléctrica. 
Pero dentro de la máquina, Pekovic trató de mantenerse en pie, pues la energía interna lo golpeó tan fuerte que lo derribó en más de una ocasión, la máquina comenzó a sacudirse, luego, en el interior se levantó una nube de gas que cubrió a Pekovic. 
La cabaña comenzó a sacudirse también, observé cómo las cosas que estaban en los estantes y libreros comenzaron a caerse. 
 —¡Debemos detenerla!—Quise apagarla máquina y detener todo pero Orlando sujetó fuertemente mi mano. — ¡No! ¡Se va a estabilizar!—La cabaña comenzó a sacudirse con mayor intensidad. 
 —¡Orlando,debemos detenerla! 
 —¡Te digo que va estabilizarse! 
Dentro de la máquina, el Dr. Pekovic desapareció, la nube de gas se desintegró junto con él y la máquina detuvo su mecanismo. 

STALINGRADO, RUSIA. 1941 

En las afueras de la nevada Cuidad, una burbuja gigante de electricidad se formó para luego desaparecer dejando un agujero en el suelo. 
El Dr. Pekovic salió casi desnudo del agujero observando que tanques de guerra alemanes se dirigían hacia Stalingrado. 
 —Aún puedo salvarlos—Corrió a toda velocidad hacia uno de los edificios mientras los tanques de guerra continuaban su camino.

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KENDON: VOLUMEN UNO-CAPÍTULO 1

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