lunes, 27 de abril de 2015

¿QUIÉNES SON MÁS PSICÓPATAS? ¿LOS HOMBRES O LAS MUJERES?

Ted Bundy, un tipo inteligente, encantador y bien parecido, murió joven. Eso sí, antes de que lo frieran en la silla eléctrica de la prisión de Raiford tuvo tiempo de asesinar a más de 35 mujeres después de golpear y violar a gran parte de ellas.

Además de por su inteligencia y locuacidad, a los psicópatas como él se les identifica por ser mentirosos e impulsivos. Incapaz de apreciar las consecuencias de sus actos, el psicópata no es capaz de mostrar empatía ni sentimientos de culpa, y es extremadamente agresivo.

Estos rasgos son los que le permiten acercarse a sus víctimas sin levantar sospechas para después cometer con ellas los crímenes más atroces. Pero, ¿cuál es el origen de la psicopatía?

Los factores biológicos se entrelazan con la influencia del ambiente. El psicópata tiene un cerebro anómalo. Diversos estudios realizados por la Universidad de Pennsylvannia han mostrado que los cerebros de los psicópatas tienen el área prefrontal menos voluminosa. También parece que se activan menos otras zonas cerebrales relacionadas con el procesamiento de las emociones. Es el caso de las amígdalas. Éstas son unas pequeñas estructuras en forma de almendra, situadas en el interior de nuestro cerebro, que procesan el miedo y la percepción de la amenaza. Todas estas alteraciones cerebrales se relacionan con los impulsos descontrolados, un mal aprendizaje de la experiencia y la elevada agresividad de los psicópatas.

Los niveles de testosterona también están elevados en el psicópata. La testosterona es la hormona sexual principal masculina que se ha relacionado consistentemente con una mayor frecuencia de comportamientos agresivos.

Pero la biología no lo explica todo. El entorno en el que nos criamos también tiene su importancia en la génesis del psicópata. Cuando los padres no muestran empatía hacia sus hijos, ellos tampoco aprenden a expresarla ni a sentirla.

¿Ellos o ellas? Las investigaciones coinciden en que el diagnóstico es más frecuente en "ellos". También son "ellos" los que, según los expertos, son más proclives a la competición y las conductas agresivas.

Pero, ¿es que las mujeres nunca son agresivas? Por supuesto que sí. Lo que sucede es que hombres y mujeres parecemos usar tácticas diferentes.

Mientras los hombres utilizan la agresión directa, las mujeres tienden a preferir estrategias como el engaño o los rumores dañinos para hacerlo indirectamente.

Aunque nos guste poco admitirlo, parece que todos contamos con un equipamiento biológico preparado para responder de forma agresiva. ¿Qué explica que no utilicemos la violencia para resolver los conflictos? La respuesta está en el área prefrontal del cerebro, que actúa como un mecanismo modulador de la agresividad. Estimular adecuadamente nuestra corteza prefrontal puede ayudarnos a entender otros puntos de vista y inhibir nuestros impulsos para comportarnos adecuadamente en sociedad

¿POR QUÉ NOS GUSTAN TANTO LAS PERSONAS QUE NO NOS HACEN CASO?

NUNCA TE HAS PREGUNTADO ¿Por qué nos gustan tantísimo las personas que ni siquiera nos voltean a ver?
Checa el siguiente artículo:
Las personas somos cabezonas, insistentes y en ocasiones demasiado burras. Y en cuanto a relaciones se refiere, más.
Lo que a veces es una virtud puede convertirse en un defecto. Es obvio que si no fuese por esa naturaleza, cesaríamos en nuestro intento cada vez que nos encontráramos algún obstáculo en nuestra vida, pero no es menos cierto (y más aún cuando del corazón se trata) que en ocasiones invertimos demasiado tiempo y esfuerzo en algo que desde un inicio se veía que no era una buena idea.
Y es que en ocasiones el amor, la atracción o como cada cual quiera llamarlo, nos vuelve ciegos. Cuánto más pasa de nosotros una persona, más nos llama la atención y lo que en un comienzo pudo ser solo una mirada, acaba por convertirse casi en una fijación y empresa personal.
Cuando esto ocurre, las sensaciones despertadas son múltiples: anhelo, deseo, fantasía, rabia...
Es cierto que es habitual tener idealizada a una persona que nos llame la atención y de la que no sepamos mucho. El atractivo y la forma de actuar hacen bastante, pero también nuestra imaginación, que se dedica a ensalzar más a alguien desconocido que si le conociéramos en profundidad, ya que posiblemente no despertaría en nosotros ni la mitad de interés.
A veces, incluso, da la sensación de que nos gusta sufrir más de la cuenta y que nos marcamos unos objetivos demasiado complicados, pero es cierto que el éxito se disfruta mucho más si el camino es complicado.
Raro es que nunca nadie haya pasado por esta tortuosa sensación. Al igual que también es habitual que tras un determinado tiempo no se encuentre una respuesta al porqué de tanta fijación.
Por estos motivos, se explican algunas respuestas a este interrogante.

1. Tienen un halo misterioso
Visten bien, tienen atractivo y no se sabe en qué pueden estar pensando. Parecen ser ajenos a todo aquello que pueda ocurrir alrededor y generan una energía y unas vibraciones que no consigue alcanzar ninguna de nuestras personas conocidas. La doctora en psicología Jill P. Webern indica en Psychology Today el potencial que tiene esa imagen de distanciamiento, pues genera una sensación de deseo y curiosidad mucho más fuerte que cualquier otra opinión que pueda tenerse.
2. A veces hacen caso y a veces no
Si cada vez que hicieras algo bueno te dieran cien pesos, actuarías correctamente de forma habitual, pero si una persona decidiese cuándo darte los cien pesos arbitrariamente, te preocuparías por obrar correctamente continuamente con él.
Algo similar ocurre en la faceta amorosa. Cuanto más caso nos hacen, menos interés despiertan en nosotros. Más aún cuando de vez en cuando se deja entrever una especie de gesto amable, guiño o cualquier detalle que nos dé a pensar que realmente ha tenido interés en algo que hemos hecho o dicho.
Uno siempre se jura a sí mismo que el próximo gesto no correspondido se convertirá en la última vez que se intente llamar la atención del otro, pero a la mínima respuesta cercana por parte del otro se vuelve a generar un refuerzo positivo que impulsa a seguir trabajando para algo que quizá nunca llegue a buen puerto.
3. Dan pie a fantasear
Una persona con un físico agradable, que nos llama la atención y que no nos hace ni caso, se convierte matemáticamente en el candidato idóneo para fantasear. Si se tratara de alguien con quien se tiene una relación fluida, antes o después tendríamos algún problema, ya sean remordimientos o ganas de dar ese paso adelante, lo cual todo sería un auténtico suicidio. Mientras que si es esa persona misteriosa que no nos hace ni caso, no solo no habrá ninguna consecuencia negativa, sino que se reforzará por su halo misterioso.
4. Se convierte en una distracción
Marcarse como objetivo algo complicado y ajeno al resto de nuestras tareas nos sirve para desconectar de la rutina. Si además hay pasión de por medio, puede convertirse en una especie de pasatiempo sentimental. Es posible que ese interés nunca se vea correspondido totalmente, que se encuentre un objetivo nuevo o que cuando se llegue a consumar dicho propósito, este pierda interés.

KENDON: VOLUMEN UNO-CAPÍTULO 1

  <p style=" margin: 12px auto